El cerebro humano es una maravilla y un enigma por resolver. Una obra de ingeniería biológica capaz de atravesar todas las fronteras imaginables, de crear de la nada los más insospechados recursos, de ejercer como salvaguarda de su individuo, como expresión física y espiritual de su ser. Sin embargo, el cerebro también tiene un lado oscuro difícil de controlar y predecir. Un aspecto que, en el peor de los casos, influido y configurado además por un contexto social, educativo y emocional concreto, actúa a modo de implacable quinta columna contra él mismo, contra el individuo que lo alberga. La forma más común en la que este autosabotaje se presenta es por medio de los complejos psicológicos.