Parece que la infertilidad, igual que los accidentes graves, son situaciones que pensamos que “siempre le ocurren a los demás”, y no solemos pensar que nos va a ocurrir a nosotros. Las parejas, normalmente ponen medios para evitar embarazos no deseados, incluso sin llegar a pensar que hay quien nos los necesitaría. En nuestra cabeza no es una opción. Por eso, el diagnóstico de infertilidad es un duro golpe para la pareja que necesitará tiempo para asimilar la noticia y decir qué pasos van a tomar a continuación.
Lejos de ser un problema anecdótico, los problemas de fertilidad son cada vez más frecuentes, llegando a afectar a una de cada seis parejas. Según la Organización Mundial de la Salud, existen en el mundo 80 millones de parejas con problemas de fertilidad o dificultades para concebir un hijo. El retraso en la edad reproductiva, sobre todo en el caso de la mujer, que entra en declive biológicamente hablando por encima de los 35 años, debido a los cambios de nuestra sociedad, es uno de los problemas que se señalan siempre que se trata este tema.
El diagnóstico de problemas de fertilidad tras un examen médico, provoca un momento de crisis vital en la pareja, que se caracteriza por sentimientos de impotencia, tristeza, frustración y enfado. Sentimientos que vienen a empeorar el desgate que ya han sufrido, porque normalmente, una pareja que va a una clínica de fertilidad lleva como mínimo un año intentando ser padres.
Y es que la infertilidad se define como la incapacidad de tener un hijo de forma natural tras haber tenido relaciones sexuales durante un año sin protección o por no poder llevar a término el embarazo. El impacto psicológico negativo será mayor cuanto mayor sea el deseo de ser padres biológicos, pero no será el único factor, la estabilidad de la pareja y las estrategias de resolución de problemas que suelan manejar tendrán mucho que ver en cómo se desencadenan algunos sentimientos.
España se mantiene a la cabeza en técnicas de reproducción asistida, ya que contamos con una de las leyes más completas y permisivas: la Ley 14/2006. Además de la ley, la investigación constante son claves para el desarrollo de una medicina de calidad. Todas estas garantías en los tratamientos ha multiplicado el número de clínicas en nuestro país y, por lo tanto, la demanda de profesionales, que según Iviglobaleducation, siguen formándose de manera constante para continuar siendo líderes mundiales en este campo.
¿Cómo afecta a la pareja?
Durante el tratamiento el principal problema que puede afectar a la pareja es la falta de comunicación. Ante una misma situación, cada persona reacciona de una manera única. En el desarrollo del tratamiento, mujer y hombre experimenta sensaciones diferentes. Ella incluso puede que cambios físicos o a nivel hormonal. Si alguno de los dos, o ambos deciden guardarse sus emociones y no compartirlas, quizá con la intención de proteger al otro de sentimientos dolorosos y de más estrés, experimentarán sentimientos de angustia, rabia, culpa y que pueden desembocar en una mayor tensión en la pareja.
Normalmente, también puede aparecer una pérdida del disfrute del placer sexual, debido a que los encuentros se centran en la procreación, dejando de lado el placer y la intimidad por sí misma. Las relaciones pierden espontaneidad y se convierten casi en un trámite necesario para obtener un rendimiento. Debido a la presión pueden aparecer disfunciones sexuales, situando la cifra en más del 60%, en estos casos.
La autoestima de la pareja también puede verse afectada, con el paso del tiempo, si no se obtienen resultados. Las parejas suelen angustiarse y llenarse de pensamientos negativos e ideas irracionales que perjudican todo el proceso, restándole sensación de seguridad y creando desequilibrios emocionales.
Finalmente, pueden aparecer síntomas psicosomáticos en ambos miembros de la pareja debido a la ansiedad y sensación de pérdida de control, incluso iniciarse otras enfermedades o dolencias, como falta de sueño, del apetito, cansancio, dolores musculares, como causa de las situaciones de estrés sostenido.
Si la pareja consigue concebir y que ese embarazo llegue a término, todas estas dificultades quedarán en el recuerdo de lo duro que llegó a ser el proceso, pero cerrarán la etapa con la sensación de que pasar por todo esto ha merecido la pena.
Sin embargo, cuando el tratamiento fracasa es cuando más puede verse afectada la pareja.
El principal problema de una pareja ante la ausencia de hijos deseados es la sensación de falta de plenitud. La pareja se siente incompleta e incomprendida por algunos sectores de la sociedad a los que les costará verlos como una familia completa.
La falta de comunicación sobre el tema, que puede convertirse en un tabú para la pareja, es una de los obstáculos que les impedirá volver a conectar plenamente, de nuevo.
La forma individual que tenga cada uno de los miembros de la pareja para superar el duelo también puede ser motivo de distanciamiento. Discusiones sobre el deseo de ser padres de cada uno, la importancia que se le ha dado a no poder conseguirlo, ver cómo el otro intenta sobrellevarlo, mientras tú no puedes…Son situaciones que se convierten en fuente de conflictos y de reproches mutuos, que suman más dolor a la situación dolorosa que ya se está viviendo de por sí.
A los sentimientos de depresión y tensión emocional, que persisten en el tiempo, hay que sumarle el sentimiento de soledad que siente la pareja, en la relación con sus familiares y amigos. Nuestra sociedad está enfocada a la vida en familia, y en muchas ocasiones, la pareja echa de menos empatía y comprensión. Este apoyo social insuficiente no viene solo de parte den entorno de la pareja, si no que también se acusa del personal sanitario. De hecho, en un estudio realizado con parejas que se habían sometido a tratamientos de fertilidad 20 años antes, con una media de 8 años bajo tratamiento, se pudo observar que aproximadamente el 50% de las parejas que participaron en el estudio se habían separado.
Las parejas con problemas de infertilidad pueden optar por solicitar asesoramiento o ayuda psicológica en las distintas asociaciones o grupos de ayuda específicos que existen en la actualidad en nuestro país, como la Asociación Nacional para los Problemas de Infertilidad o la Asociación Nacional de Pacientes con Problemas de Infertilidad (CERES).
¿Cómo superarlo?
Aunque es difícil, una pareja puede mantenerse unida y sobrevivir a la infertilidad. Es posible que para continuar con la relación necesiten ayuda profesional, sobre todo en el momento en que sientan que la relación se encuentra en desequilibrio emocional o en situación de vulnerabilidad. El objetivo de la terapia es aprender habilidades para comunicarse de manera tranquila y asertiva, promoviendo estrategias que les ayuden a superar reacciones emocionales adversas, así como disminuir los pensamientos negativos y las creencias irracionales.
Es importante que la pareja se comunique de manera cuidada. Tomarse momentos para poder hablar del proceso, de cómo se sienten, de sus expectativas, pero siendo consciente de que no llegue a convertirse en el único tema de conversación de la pareja.
Continuar haciendo planes que les gusten a ambos y programar actividades lúdicas y de ocio no relacionados con la paternidad, especialmente cuando se prevé una situación emocionalmente complicada, les ayudará a sobreponerse. Seguir compartiendo momentos y disfrutando en común, es fundamental para que la pareja sienta que seguir juntos tiene sentido, a la vez que evitan aislarse del mundo.
Recordar momentos bonitos juntos y trabajar sobre los aspectos que siguen funcionando en la pareja, las cualidades positivas de cada uno y los que los une, más allá del deseo de convertirse en padres.
No todo es negativo, si se consigue mantener una estabilidad emocional y relacional, la pareja puede incluso salir fortalecida y más unida de esta complicada situación.