Soy de esas personas que han crecido viendo la televisión, en concreto la serie de los Simpson. En esta serie muestran muchas situaciones de la vida diaria con una visión extrema y con mucho humor, para hacer una crítica social directa y sin filtro. Uno de los capítulos que siempre recuerdo es aquel en el que la familia va al dentista, y Homer asusta a todos los pacientes con sus gritos a pesar de que no estaba sufriendo.
Nunca he visto esta situación en un dentista, pero si que recuerdo la cala de enfado de mi padre cuando el dentista le hizo daño por error. Quizá empecé a tener fobia a los dentistas, y hace poco que acudí a uno y incluso pude sentir un poco de esa energía negativa en mi interior llamándome.
Por suerte acudí a los especialistas de la Clínica dental Equipo de la Torre en la zona del Santiago Benabéu, y no tuve ningún tipo de problema, ya que es una clínica dental en de máxima calidad con cinco gabinetes totalmente equipados con la última tecnología y los mejores profesionales.
En el artículo de hoy vamos a tratar este tema, ya que el miedo al dentista es un sinsentido tan grande como el miedo a los patos, ninguno de los dos quiere atacarte. Pero para empezar tenemos que definir qué es una fobia, y bien, esta se define como una un trastorno de salud emocional o psíquico que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas. Vamos a ver que no sólo es posible tener fobia al dentista, sino que existe un término médico que así lo define.
La fobia al dentista es real
Tal y como comentan en Psicología y Mente, la odontofobia es el miedo irracional y persistente a ir al dentista. Para ser considerado como una fobia, este miedo se debe prolongar durante al menos seis meses.
Debemos matizar que no es lo mismo hablar de la ansiedad que podemos sentir todos antes de ir al dentista (algo muy común en la sociedad, no solo en niños) y otra cosa es hablar de fobia al dentista (odontofobia). Queramos o no, en ocasiones ir al dentista es incómodo por la intervención invasiva que suelen hacer, ya que la boca es una zona muy sensible. Es normal y adaptativo que de alguna manera nuestro organismo detecte que hay un “peligro”, y que como consecuencia se active la ansiedad para “huir” o para “luchar”. Sin embargo, la odontofobia es algo mucho más serio para la persona que la padece, ya que afecta muy negativamente a su calidad de vida.
Un elemento diferenciador de tener un simple estado de ansiedad y tener odontofobia será la medida en que la persona evita de forma activa ir al dentista a pesar de que le es realmente necesario ir. Una analogía muy adecuada para entender esto es compararlo con la fobia a los aviones. Muchas personas sienten ansiedad antes de volar, pero no va más allá y suben al avión sin necesidad de medidas alternativas. Las personas con fobia a volar evitarán en la medida de lo posible subir a un avión, y siempre que puedan cogerán transportes alternativos, aunque ello les perjudique objetivamente (a nivel económico, tiempo, etcétera).
En el caso de la persona con odontofobia, en la medida que le sea posible evitará a toda costa ir al dentista, mientras que la persona con ansiedad se enfrentará a ello sin darle mayor importancia, a pesar de la incomodidad o dolor que pueda llegar a sentir.
En general las causas de cualquier fobia específica, como la odontofobia, se explican por tres factores importantes (Barlow, 2002): vulnerabilidad biológica, vulnerabilidad psicológica generalizada y vulnerabilidad psicológica específica. Nos vamos a centrar de forma especial en la vulnerabilidad psicológica específica, ya que suele ser la que mayor protagonismo tiene en la odontofobia.
Ésta estaría relacionada con una experiencia de aprendizaje negativa directa, basada en el condicionamiento directo. Más concretamente, sería la típica escena de un niño que atraviesa una experiencia negativa en el dentista y que a partir de entonces condiciona el dentista con el dolor o estímulo fóbico, y que se generaliza a otros estímulos