No recuerdo muy bien cuál fue la razón que me llevó a cerrarme en mí misma, pero de adolescente era una chica más bien tímida.
Lo curioso es que no me considero una persona tímida sino más bien extrovertida y muy sociable así que al detectar que me sentía incómoda en situaciones que invitaban a socializar empecé a darme cuenta de que tenía un pequeño problemilla.
He de admitir que siempre me ha gustado la gente reservada y tímida, pero el problema es que yo no era así y por alguna razón me comportaba de un modo que no respondía a mi verdadera forma de ser.
Me sentía incómoda a la hora de conocer gente nueva, y no tenía ni idea de cómo hacer para cambiarlo. La razón de que me tomara más en serio trabajar sobre mi timidez fue a raíz de un chico que empezó a gustarme muchísimo.
Sin embargo, no era capaz ni de acercarme a él, mantener una conversación me parecía un mundo. Es curioso lo que una puede llegar a hacer cuando le gusta alguien de verdad, pero aquel chico fue una de las razones de que emprendiera un largo viaje a mí misma sin billete de vuelta. Un viaje del que nunca me arrepentiría.
Aún puedo verme buscando las características que definen a una persona tímida y sentirme identificada con todas ellas. De hecho, lo mío era una mezcla de timidez y fobia social.
Y es que la inhibición social y las ganas de pasar desapercibida son dos de las principales diferencias entre las personas tímidas y aquellas que presentan fobia social. Digamos que, a estas últimas les encantaría poder no inhibirse y relacionarse de forma satisfactoria a nivel social. Sin embargo, los tímidos no tienen por qué desear necesariamente relacionarse con otras personas. Si bien la relación que existe entre ambas tendencias es innegable.
A las personas tímidas les cuesta expresar sus sentimientos, suelen mostrar elevados niveles de ansiedad en situaciones sociales, por lo que si pueden las evitan o las soportan con cierto malestar.
Una persona tímida nunca será el centro de atención, prefieren mil veces pasar desapercibidos en una fiesta o evento social, además se ruborizan con facilidad y no les gusta nada sentirse observados, ya que habitualmente suelen sentirse juzgados.
De algún modo, había asumido tan profundamente estas características como rasgos claros de mi personalidad que no había llegado a cuestionarme si era posible cambiar ciertos de estos aspectos, principalmente aquellos que sentía como una forma de limitación a la hora de relacionarme.
Y es que, algo que he aprendido con el tiempo, es que muchas de estas características pueden ser muy positivas como ser reservada y selectiva a la hora de elegir con quién relacionarme, si bien, la diferencia es que en el segundo caso la timidez es una elección no una limitación y esto es lo que cambié gracias al Teatro.
El Teatro. Una Estupenda Forma de Vencer la Timidez
Cuando era adolescente pocos de mis amigos hacían teatro, por no decir prácticamente nadie. En la escuela nos enseñaban a resolver ecuaciones y a descifrar fórmulas químicas, pero no se reparaba ni un instante en solucionar bloqueos de otro tipo.
Se presuponía que uno nace con esas habilidades, no se hace. Estaban las chicas populares, y las que no lo éramos. Los chicos que siempre eran los líderes y los que no. Aquellos que tomaban las decisiones y los que les seguíamos sin rechistar, pero sobre todo no se nos enseñaba que es eso de la autoestima y como defenderla.
No se nos enseñaba en valores y, mucho menos, en emociones. Aquello era la jungla y si no comías, pues te comían.
Tiempo después me arrepentiría de que el teatro me hubiera llegado tan tarde, aunque, a diferencia de otras personas tuve la suerte de que me llegara a tiempo.
Recuerdo aquellos primeros talleres como experiencias increíblemente transformadoras, tenía que verme en un espejo frente a otras personas y hacer dramatizaciones de lo más variadas. Al final, consistía sobre todo en reírnos de nosotros mismos, en soltarnos y en crear personajes.
Nuestro profesor nos enseñó La Casa de los Disfraces, una tienda de disfraces online con un amplio catálogo organizado por géneros y temáticas. Me encantaba elegir disfraces en su página, ya fueran disfraces medievales, de carnaval…allí podíamos encontrar cualquier disfraz, el de cualquier personaje que nos imaginásemos.
Nunca me hubiera imaginado el enorme poder del teatro a la hora de conocerte mejor, descubrir tus límites y superar tu vergüenza.
Dejé de ser tímida, bueno, en realidad seguí siéndolo, pero desde que empecé a hacer teatro solo era tímida cuando lo elegía por mí misma.