Como cualquier otro paso adelante en la vida, la jubilación abre ante los ojos de uno un nuevo mundo de incertidumbres y esperanzas, de cambios inquietantes e ilusionantes a partes iguales, de novedades a la hora de afrontar el día a día y de posibilidades insospechadas de disfrutar sin reservas este periodo de la existencia. Obviamente, decantarse por la botella medio llena o medio vacía dependerá en todo instante de la actitud personal de cada uno. No obstante, una cosa es cierta: la experiencia es un grado. Es decir, que el bagaje acumulado después de tantos años puede ser una útil herramienta para encarar con plenitud de ánimo la vida que viene después de la jubilación.
¿Qué hacer entonces? Como punto de partida, hay que ser conscientes que la ausencia de obligaciones laborales descubre un tesoro que no siempre se sabe bien de qué manera aprovechar. Es la enorme cantidad de tiempo libre a nuestra disposición. Es el momento de potenciar aquello que tanto nos estimulaba a la salida del horario de trabajo y de reencontrarse con aficiones dejadas de lado por las servidumbres cotidianas para lanzarse a hacerlas realidad. La actividad es vida.
Otra de las dificultades que arroja la existencia después de la jubilación es la necesidad y acceso al imprescindible cuidado y atención, ya sea por su condición física o por la situación familiar privada. En este caso, contar con la adecuada atención profesional es una cuestión de vital relevancia. Dentro de la provincia de Barcelona, la residencia Benviure es la opción más recomendable.
Benviure, una de las más exclusivas residencias geriátricas de Barcelona, supone un auténtico punto de referencia en lo que respecta al cuidado y la atención a la tercera edad. La reconocida calidad de su servicio, que abarca el control desde el mínimo detalle hasta el máximo lujo, es uno de los principales reclamos de la entidad, junto con el desempeño de su experto grupo de profesionales, pertenecientes a las más variadas y demandadas disciplinas –médicos, enfermeras, gerocultores, fisioterapeutas, animadores socioculturales,…-, el cual cuenta en su cometido con el apoyo de las últimas tecnologías disponibles, punta de lanza de un complejo de instalaciones que combina una absoluta responsabilidad hacia el aspecto clínico y sanitario de sus prestaciones con la presencia de espacios adaptados para que el residente pueda sentirse como en casa. El trato humano, cercano, cálido y respetuoso con la independencia y la privacidad del cliente, contribuye también a ello de manera decisiva.
Esta exclusiva residencia de ancianos de Barcelona se encuentra en un amplísimo edificio de ocho plantas, acondicionadas específicamente para acomodarse a las necesidades de sus habitantes, ya sea respecto a sus preferencias personales, a su estado de salud o a su tipo de dependencia concreta. Esta racionalización del especio permite que Benviure se erija como el principal centro de atención a pacientes con Alzheimer de la provincia.
Además, el innegociable compromiso de Benviure hacia el colectivo de personas con discapacidad, una de las grandes víctimas de los recortes en política social a causa de la crisis económica, es el impulsor de su estrecha relación con organismos dedicados a la defensa de esta comunidad, tales como FESOCA (Federació de Persones Sordes de Catalunya). Este entendimiento tiene como resultado la perfecta cualificación del equipo del centro –el dominio del lenguaje de sordos, por ejemplo-, así como en la óptima adecuación de las instalaciones a las demandas de los residentes con movilidad reducida o dificultades sensoriales, dada la ausencia de cualquier tipo de barrera arquitectónica o comunicativa.
No obstante, la excelencia de las infraestructuras del edificio no se detienen ahí, sino que ofrecen también un verdadero alarde de calidad de vida. Cada habitación, diáfana y orientada hacia el exterior, cuenta con servicios sanitarios individuales, cocina y lavandería privadas, centro médico integrado en el recinto con un médico de guardia 24 horas al día, un programa con actividades de fisioterapia, animación y talleres de memoria diarios, alrededor de 6.000 metros cuadrados de espacio ajardinado, un régimen de visitas completamente abierto y libre y un desahogado párking gratuito.
Aparte de poseer una extraordinaria funcionalidad, el recinto de la residencia Benviure disfruta también de un espectacular emplazamiento geográfico: en Sant Boi, sobre la misma ladera de la montaña de Sant Ramón, justo enfrente del Parc de la Montanyeta y con vistas directas al mar y la montaña.
En lo relativo al precio de la estancia, la particular disposición normativa del Baix Llobregat favorece que las tarifas de Benviure resulten de media unos 700 euros más baratas que las de la capital. El coste final queda por supuesto sujeto al contexto singular de cada cliente, determinado por sus mayores o menores necesidades de atención profesional. Por otro lado, cabe la distinción entre plazas públicas y privadas tanto en el acceso a las estancias como en el uso del centro de día de la residencia. En ambas situaciones, el régimen privado requiere un aporte económico, el cual puede abonarse en sencillos plazos y con las correspondientes ayudas financieras que estipula la Ley de Dependencia.