Varios estudios señalan que el consumo habitual de queso manchego es beneficioso para las personas de la tercera edad. Previene la descalcificación de los huesos y aporta minerales esenciales como el zinc, el fósforo y las vitaminas A, D y E que contrarrestan los efectos del envejecimiento.
Parece que al ir haciéndote mayor tienes que ir prescindiendo de los pequeños placeres de la vida. Debes estar vigilando el nivel de azúcar en sangre y los niveles de colesterol, lo que hace que te olvides de aquellos alimentos que, tiempo atrás, te causaban satisfacción al comerlos.
No es el caso del queso manchego. Un queso sabroso que, dependiendo de su nivel de curación: tierno, curado, semi-curado o viejo, provoca diferentes experiencias gustativas.
Antes, en todas las casas de la mitad sur de la meseta central siempre había un queso de oveja y una pata de jamón. Eran alimentos básicos que no podían faltar en ninguna despensa. Con eso y las verduras de temporada que daba el huerto, los huevos que ponían las gallinas del corral y alguna pieza de carne, de vez en cuando, era suficiente para alimentarse. No es que esta región sea la zona más rica de España, pero siempre ha cuidado su alimentación.
La fama que ha alcanzado el queso manchego, convirtiéndose en un producto demandado por el gran público, ha hecho que baje su calidad. Algunas centrales queseras venden como queso manchego un queso que no lo es. Añaden a la leche de oveja, leche de vaca que les permite dar más cremosidad y sobre todo producir más cantidad.
Sin embargo, la leche de vaca contiene mucha más grasa que la leche de oveja y contribuye a que suba el colesterol. Todo ello, sin olvidar que altera el sabor característico de este queso. Por suerte, todavía en la Mancha encontramos queserías que elaboran el queso de manera tradicional, como Adiano, un productor de queso de la provincia de Ciudad Real que hace queso con leche de ovejas manchegas criadas en una finca próxima al Parque Natural de Cabañeros y que ha recibido múltiples premios internacionales.
Si buscamos, podemos encontrar queso manchego de calidad.
Los valores nutricionales del queso manchego.
Los beneficios para la salud de este queso se basan en sus valores nutricionales. Son estos, los hemos obtenido a partir de una ración de 100 g:
- Energía: Contiene entre 380 y 430 kilocalorías. Este queso aporta una cantidad moderada de calorías, principalmente procedentes de las grasas y las proteínas de la leche.
- Proteínas: Entre 24 y 26 g. Se trata de un queso rico en proteínas de alta calidad, esenciales para mantener y reparar los tejidos musculares.
- Grasas totales: Entre 30 y 35 g. Contiene tanto grasas saturadas como ácidos grasos beneficiosos, derivados de la leche de oveja.
- Hidratos de carbono: Menos de 1 g. Este es un índice positivo. El queso manchego está prácticamente libre de carbohidratos, lo que lo hace adecuado para dietas bajas en azúcar.
- Calcio: Entre 700 y 900 miligramos. Esta es una de sus características más destacadas. Es una excelente fuente de calcio, altamente absorbible. Una ración de 30 g cubre casi un tercio de las necesidades diarias de calcio de una persona adulta.
- Fósforo: 400–500 milígramos. El fósforo complementa la acción del calcio en la formación y mantenimiento de los huesos.
- Zinc y Magnesio: Entre 3 y 4 milígramos de zinc y unos 20 o 30 milígramos de magnesio. Unos minerales esenciales que favorecen el sistema inmunitario y aportan energía al cerebro.
- Sodio: 70,5 milígramos aproximadamente. Aquí debemos ser precavidos. Este es un queso algo salado; por lo que se recomienda un consumo moderado en personas con hipertensión.
- Vitaminas A, D y B12: El queso manchego es una fuente de vitaminas. La vitamina A fortalece la vista, la vitamina D facilita la absorción del calcio y la vitamina B-12 es necesaria para la formación de los glóbulos rojos.
Recomendaciones de consumo.
El queso manchego es bueno para tomarlo con moderación y en pequeñas cantidades, aunque podemos tomarlo todos los días y varias veces al día.
Siempre es mejor comprar un queso entero y cortar una cuña, o comprar la cuña, y hacer las lochas triangulares. Sabe mejor el queso manchego recién cortado, que sí lo compramos pre-cortado. Al mismo tiempo, conserva mejor sus propiedades nutricionales.
Este queso, como mejor se saborea, es en las típicas raciones, las clásicas tapas. Las podemos tomar como entrante antes de una comida o una cena; o comerlas por separado a media mañana, a modo de almuerzo o a media tarde, como merienda.
Un delicatessen son los bocadillos de queso manchego, con la miga del pan rociada con aceite de oliva virgen, y si queremos, complementado con unas rodajas de tomate. El queso manchego combina perfectamente con el jamón serrano, por lo que los bocadillos de jamón y queso son toda una explosión de sabor. Son el sándwich mixto ibérico. Más sabroso y saludable que la versión británica.
Este no es un queso recomendable para tomarlo como postre, por su sabor salado, ni para incluirlo en ensaladas, aunque hay algunos chefs que lo hacen. En mi opinión, desvirtúa su sabor.
Cuando el queso manchego se nos queda duro podemos rallarlo y agregarlo como condimento a platos de pasta con salsas de tomate, como los espaguetis a la boloñesa. Le dan un plus de sabor.
Otra opción interesante, a medida que el queso se va endureciendo, es conservarlo en aceite de oliva. El queso en aceite es una preparación que podemos hacer en casa. Para ello basta con que sumerjamos una cuña de queso dentro de un tarro con aceite de oliva virgen y que lo dejemos marinar varios días. El aceite acentuará los toques picantes del queso y lo reblandece. Una alternativa recomendable para los amantes de los quesos intensos.
La alimentación en la tercera edad.
Al envejecer se producen una serie de cambios fisiológicos, corporales y funcionales que alteran nuestras necesidades nutricionales. A estas edades, según la web Cinfa Salud, cuidar la alimentación pasa a ser una de nuestras prioridades.
A medida que se envejece, el cuerpo experimenta cambios que pueden provocar déficits nutricionales. Para evitar la malnutrición, es fundamental mantener una dieta equilibrada que garantice el aporte adecuado de vitaminas y minerales esenciales. La vitamina D, por ejemplo, favorece la salud ósea y puede obtenerse tanto por medio de alimentos como legumbres, verduras, queso de oveja, así como con una breve exposición diaria al sol. La vitamina B-12, clave para prevenir el deterioro cognitivo, se encuentra en carnes, pescados, mariscos y, como hemos visto, también en el queso manchego.
El calcio y el fósforo son indispensables para prevenir la osteoporosis, presentes en lácteos, pescados con espina y frutos secos. También el zinc, que fortalece el sistema inmunitario y actúa como antioxidante. En cuanto al hierro, es preferible obtenerlo de fuentes animales, ya que el organismo lo asimila mejor. La fibra ayuda a mantener un tránsito intestinal saludable, mientras que el potasio, presente en frutas y verduras, contribuye a controlar la presión arterial, si se reduce el consumo de sal.
A partir de los 65 años, la alimentación debe ser variada, moderada y adaptada al nivel de actividad física del individuo, con el fin de conservar un peso estable. Las grasas no deben representar más de un 30% de la ingesta diaria, priorizando los hidratos de carbono frente a los azúcares.
Esto que nos puede parecer tan complicado, se puede conseguir siguiendo la dieta mediterránea y asegurándonos de que nuestra alimentación sea variada.
Adquirir hábitos de vida saludable.
Pero como nos recuerda el National Institute of Diabetes & Digestive & Kidney Diseases, N.I.D.K. D., un instituto de salud norteamericano, con los cambios introducidos en la alimentación no es suficiente para cuidar nuestra salud a esas edades. Debemos adquirir hábitos de vida saludables.
Mantenerse activo en la tercera edad es esencial para conservar la salud física y mental. Incluso si una persona no ha practicado deporte antes. Efectuar una rutina de ejercicio regular puede mejorar notablemente la fuerza, el equilibrio, la flexibilidad y la resistencia. El movimiento no solo ayuda a mantener un peso saludable, sino que contribuye a prevenir y controlar enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión y la artritis. El ejercicio regular tiene efectos positivos sobre el estado de ánimo, ayudando a reducir la ansiedad y la depresión.
Para ello no es necesario realizar entrenamientos intensos: actividades cotidianas como salir a caminar, hacer tareas domésticas, cuidar el jardín o jugar con los nietos también cuentan. Lo importante es mantenerse en movimiento y encontrar actividades que resulten agradables y sostenibles en el tiempo. Los ejercicios suaves, como levantar los brazos o las piernas lentamente, pueden favorecer la movilidad y la flexibilidad.
Junto con la actividad física, es fundamental mantener la mente activa. Leer, resolver crucigramas, aprender algo nuevo cada día o socializar son ejercicios que fortalecen la memoria y la agilidad mental. Cuerpo y mente en movimiento son la clave para una vejez saludable.
En este binomio, alimentación sana y estilo de vida saludable, el queso manchego es un ingrediente que encaja a la perfección.











