Actualmente, las actividades extraescolares están presentes en la vida cotidiana de cualquier niño. Durante la etapa escolar, es habitual, ocupar el tiempo libre de los más pequeños en actividades que complementen el estudio académico sin que tengan que ver con el mismo. Si bien, muchas de las actividades existentes se enfocan al refuerzo académico de ciertas asignaturas, hay otras tantas que se encaminan al desarrollo de la persona y sus talentos. Desde matemáticas o idiomas hasta deportes, el abanico de actividades extraescolares es cada vez, más amplio.
Como nos cuentan los expertos del sector de AEM (Actividades Extraescolares Madrid), este tipo de actividades, cada vez más frecuentes y variadas, fomentan la socialización de los más pequeños y son una fuente de motivación.
Generalmente se asocian este tipo de actividades a una falta de tiempo por parte de los padres para pasar el mismo con sus hijos. De forma más que conveniente, apuntar a los niños a actividades tras el fin de la jornada escolar, libera a los padres de ese estrés que genera buscar quien se haga cargo del pequeño mientras sigue trabajando.
La sociedad obliga y no queda más remedio que hacer lo posible por conciliar la vida laboral con la familiar. Aun así, no son pocas las ocasiones en las que apuntar al niño a clases extraescolares, no es fruto de la necesidad.
En cualquiera de los casos, sea por necesidad o por gusto, las actividades extraescolares suelen reportar muchos beneficios en los niños. Según los psicólogos, los beneficios superan con creces a los efectos negativos que puedan generar este tipo de actividades. No obstante, conviene tener en cuenta tanto los pros, como los contras, a la hora de tomar la decisión de apuntar a los niños a este tipo de clases.
Como venimos comentando, en muchas de esas ocasiones, es el trabajo de los progenitores el factor determinante para la elección y la duración de las actividades. Este factor, puede ser perjudicial para los menores por diferentes motivos.
Un aspecto fundamental y muy relevante a la hora de tomar la decisión de apuntar a los pequeños a estas clases, es combinar actividades lúdicas con actividades que radiquen en el aprendizaje. Otro de esos aspectos fundamentales, es tener en cuenta no cargar demasiado la agenda de los niños. La sobrecarga genera tanto estrés en ellos como en un adulto, con la diferencia de que ellos no tienen porque ser capaces de lidiar con el mismo y gestionarlo.
Los pequeños, ya tienen su jornada escolar completa, sus trabajos añadidos y el estudio en casa. Incluir en su agenda más responsabilidad puede acarrear consecuencias negativas. Hay que tener presente que los niños, son niños y no adultos en miniatura. Sus capacidades son limitadas y están en pleno desarrollo de las mismas, por lo que hay que tener en cuenta su opinión al respecto de lo extraescolar y sus necesidades y capacidades propias.
Beneficios a nivel psicológico
Gracias al desarrollo de una actividad extraescolar (o varias), los niños pueden aprender una serie de habilidades diferentes a las que se aprenden en el colegio. Con estas herramientas, no solo van a reforzar su aprendizaje escolar, también van a adquirir conocimientos sobre si mismos y su entorno.
Los psicólogos infantiles, recomiendan que los niños cuenten con la posibilidad de realizar actividades extraescolares. Los beneficios que reportan son numerosos a nivel psicológico y social. Mentalmente hablando, el aprendizaje de nuevas habilidades les permite mejorar aspectos en muchos casos, desconocidos.
En muchas ocasiones, la motivación implícita en el desarrollo de cualquier actividad de elección propia, conlleva un impulso en el rendimiento académico. Con independencia de que la actividad sea académica o lúdica, si es elegida por el niño, la práctica de la misma y el desarrollo en algo que le gusta, será una motivación que ser reflejará en sus estudios.
Indudablemente, las habilidades sociales, en desarrollo, mejorará de manera exponencial. Relacionarse con más gente, de diferente circulo social, propiciará la confianza en si mismo y hará que se refuercen los vínculos con los amigos.
De manera implícita, añadido a la confianza, aumentará su autoestima. Llevando a cabo tareas que nos satisfacen, nos implicamos más, logrando los mejores resultados y el interés absoluto por la tarea. Eso contribuye a incrementar la autoestima y demostrarse a ellos mismos de lo que son capaces.
Dada sus apretadas agendas, la gestión del tiempo es tan necesaria como para un empresario. Aprender a organizarse sus tareas, sus horas de estudio y juego les restará el estrés que pueda generales tanta actividad. Siempre y cuando, esa gestión se lleve a cabo de manera efectiva y se cumpla.
Efectos negativos de las actividades extraescolares
Antes de apuntar al niño a sus actividades, conviene tener en cuenta que una mala elección, puede derivar en una fuente de presión para el niño. Que surja un conflicto interno, puede incidir de manera negativa tanto en su desarrollo emocional como en su aprendizaje. Para evitar esto, conviene dejarle participar en la decisión de inscribirse a clases extraescolares.
Las desventajas o efectos negativos a tener en cuenta, empiezan por la confusión. Hay que dejar claro, a veces se confunde, que las clases extraescolares no garantizan un buen resultado académico. No se trata de apuntar a un niño a clases extraescolares como regulador de las deficiencias académicas.
La creencia errónea de que apuntar a un niño a actividades artísticas, música o deporte, darán como resultado un futuro músico, artista o deportista de elite. Si bien es cierto que pueden ser productivas y beneficiosas, no se trata de algo que condicione a ese nivel. La frustración que conlleva esta creencia puede ser contraproducente tanto para el adulto como para el menor.
Otro efecto pernicioso es el aumento de la angustia y depresión de un menor cuando se dedica un excesivo tiempo al desarrollo de actividades extraescolares. La presión a la que son sometidos los pequeños, a veces es superior a la que son capaces de gestionar. Eso deriva en estrés y angustia que propician la depresión. No hay que saturar a los pequeños con tanta responsabilidad.
En resumen, las actividades extraescolares son beneficiosas en gran medida. Sus pros, son mayores que sus contras. Lo más importante, es hallar el equilibrio ideal para cada niño. Para sacar el mayor provecho a las actividades, hay que hacer que el niño quiera participar en ellas. En caso contrario, las desventajas y efectos negativos pueden ser mayores.
Para que la elección de las actividades sea la mas adecuada, los psicólogos coinciden en que hay que tener en cuenta los siguientes aspectos:
– Escoger la actividad de acuerdo con el implicado. Si la actividad es obligatoria y sin consenso, para el niño deja de ser una actividad extraescolar. Eso conlleva estrés para el niño y le resta tiempo de ocio. Atención a las necesidades del niño.
– Planificar los horarios de la actividad de manera que el niño disponga de tiempo para descansar, estudiar y jugar, además de pasar tiempo con la familia.
– Involucrarse. Los padres deben participar del desarrollo de la actividad, saber como va el niño, si evoluciona o disfruta de las clases, o si por el contrario, le genera estrés… No se trata de apuntar al niño y desentenderse, hay tomar partido y formar parte de sus avances.
– Expectativas. Estas deben ser realistas. De hecho, una actividad extraescolar debería ser meramente lúdica. Sin embargo, para muchos padres se trata de una competición o ponen muchas expectativas en el desarrollo del niño respecto de la actividad en concreto. Los padres deben controlar esa expectativa para no generar una frustración y el consiguiente estrés en el niño.
En resumen, actividades después del colegio, por supuesto. Siempre y cuando, se tenga en cuenta la necesidad real del niño y sus capacidades. Que sea una elección conjunta y no una obligación impuesta.