La sociedad cada vez normaliza más el consumo de alcohol. Cualquier fiesta o reunión se convierte en la excusa perfecta para beber. Los fines de semana, los cumpleaños, los carnavales, las ferias… Todo parece girar en torno al alcohol. Antes, beber era algo más ocasional, pero ahora se ha convertido en una costumbre constante. Ya no importa si es de día o de noche, si es un día especial o solo un martes cualquiera. Se bebe en comidas, en reuniones de trabajo, en casa después de un día largo. Lo preocupante es que cada vez bebemos más, durante más tiempo y desde edades más tempranas. La imagen de una sociedad en la que el alcohol es protagonista es peligrosa, porque nos estamos acostumbrando a que emborracharse sea la norma, no la excepción. Y cuando normalizas tanto una conducta, el riesgo de adicción se vuelve cada vez más alto.
La pregunta que debería preocuparnos es: ¿estamos creando una sociedad llena de futuros alcohólicos? El alcoholismo no aparece de un día para otro. Se va construyendo poco a poco, hasta el punto en que alguien pierde el control y ya no puede dejar de beber. Y sí, se puede ser alcohólico desde muy joven. De hecho, el riesgo de desarrollar dependencia al alcohol aumenta cuanto antes se empieza a consumir. Se han registrado casos de adicción en personas menores de 18 años, lo que nos demuestra que la línea entre el consumo recreativo y la adicción es mucho más delgada de lo que parece.
No hay una edad mínima para volverse alcohólico. Se han visto casos de adolescentes con síntomas de dependencia, personas en sus 20 que ya no pueden salir sin beber y adultos que llevan tanto tiempo haciéndolo que no conciben su vida sin el alcohol. El problema es que la sociedad no lo ve hasta que ya es demasiado tarde.
Cualquier excusa es buena
El problema del alcoholismo es que muchas veces no se reconoce como tal. Se confunde con salir de fiesta, con divertirse, con «despejarse» después de una semana dura. No es raro escuchar frases como «me lo merezco«, «tengo que relajarme» o «solo es una copa«. Pero cuando la necesidad de beber se vuelve constante, cuando ya no se puede disfrutar sin alcohol, es una señal de alerta.
Desde Remember the Now, una coach especializada en ayudar a personas alcohólicas a salir de su infierno personal, nos explica que la cifra de afectados está aumentando de forma preocupante. Cada vez hay más personas atrapadas en esta adicción sin darse cuenta de que lo están. Pero también nos recuerdan que sí se puede salir del alcoholismo.
Para frenar el impulso de beber, deberías de seguir estos consejos:
- Identificar los desencadenantes. Si sueles beber por ansiedad, por presión social o por evadir problemas, es importante detectarlo. Llevar un registro de cuándo y por qué se bebe puede ser clave para entender el problema.
- Sustituir el hábito por otra actividad. Hacer deporte, meditar o encontrar una afición ayuda a reducir la necesidad de beber. No se trata solo de dejar el alcohol, sino de llenar el espacio que ocupaba con algo positivo.
- No asistir a eventos donde el alcohol sea el centro. A veces, la mejor manera de evitarlo es simplemente no estar en un entorno que lo promueva. Si sabes que te costará decir que no, es mejor evitar la tentación.
- Rodearte de personas que no fomenten el consumo. Si todo tu círculo bebe en exceso, es más difícil salir del ciclo. Buscar apoyo en amigos o familiares que comprendan el problema puede marcar la diferencia.
- Pedir ayuda profesional. El alcoholismo es una enfermedad y tratarlo con especialistas marca la diferencia. Terapias, grupos de apoyo y tratamientos específicos pueden ser clave para la recuperación.
Razones para tener cuidado con el alcohol
El alcohol afecta a todo el cuerpo. No solo daña el hígado, también impacta en el cerebro, el corazón y el sistema digestivo. Su consumo prolongado provoca pérdida de memoria, problemas hepáticos graves, daño cardiovascular e incluso mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer. También puede generar hipertensión, obesidad y deficiencias nutricionales debido a las alteraciones en la absorción de vitaminas y minerales. Además, altera el equilibrio hormonal y el sistema inmune, debilitando la capacidad del cuerpo para defenderse de enfermedades. En personas con consumo frecuente, el riesgo de accidentes y lesiones también se dispara, lo que puede derivar en fracturas, golpes y otros problemas de salud a largo plazo.
A nivel mental, el alcohol también tiene consecuencias serias. Puede provocar depresión, ansiedad y trastornos del sueño, afectando directamente la estabilidad emocional. Muchas veces, las personas que beben para olvidar sus problemas terminan con problemas aún peores. Altera la capacidad de toma de decisiones, haciendo que se asuman más riesgos. No es raro que quienes beben en exceso tomen decisiones de las que luego se arrepientan, ya sea en el ámbito personal, social o incluso legal. Con el tiempo, la dependencia al alcohol puede afectar la autoestima y las relaciones interpersonales, generando un aislamiento progresivo.
¿Por qué el alcohol afecta más a las mujeres?
El alcohol no afecta a todos por igual. Las mujeres tienen una menor cantidad de la enzima que descompone el alcohol en el cuerpo, lo que significa que su organismo tarda más en procesarlo. Como resultado, los efectos del alcohol son más intensos y duran más tiempo. Además, las mujeres suelen tener un porcentaje de grasa corporal más alto y menos agua en el cuerpo, lo que también contribuye a que el alcohol se mantenga por más tiempo en la sangre. Esto aumenta el riesgo de intoxicación rápida y de desarrollar enfermedades relacionadas con el alcohol.
Esto significa que, con la misma cantidad de alcohol, una mujer puede emborracharse más rápido y sufrir efectos más intensos que un hombre. Además, el riesgo de daño hepático, enfermedades cardiovasculares y trastornos neurológicos es mayor en mujeres que en hombres que beben la misma cantidad. También se ha demostrado que el alcohol aumenta el riesgo de cáncer de mama en mujeres, incluso con un consumo moderado. Y si una mujer está embarazada, el consumo de alcohol puede afectar gravemente al feto, provocando trastornos de desarrollo irreversibles.
¿Cómo saber si me estoy volviendo adicto?
El alcoholismo no se presenta de golpe. Se desarrolla de manera progresiva y, en muchos casos, pasa desapercibido hasta que la dependencia ya está establecida. Hay signos de alerta que pueden indicar que el consumo de alcohol está pasando de ser algo ocasional a convertirse en una adicción. Algunas señales a las que deberías prestar atención incluyen beber más de lo que planeabas, sentir ansiedad o irritabilidad cuando no bebes, recurrir al alcohol para calmar emociones negativas y notar que el consumo afecta a tu vida personal, social o laboral.
Otro indicio importante es la tolerancia: si cada vez necesitas más alcohol para sentir los mismos efectos, es posible que tu cuerpo ya esté desarrollando una dependencia. También es preocupante si sientes que el alcohol se ha convertido en una parte imprescindible de tu rutina, como si no pudieras relajarte, socializar o enfrentar problemas sin beber.
Si has intentado reducir el consumo sin éxito o te encuentras justificando el hecho de beber con excusas como «solo es una copa» o «todo el mundo lo hace«, es una señal clara de alarma. Identificar estos síntomas a tiempo es clave para evitar que el problema se agrave. La buena noticia es que reconocerlo es el primer paso para recuperar el control y evitar daños.
¿A quién acudir si necesito ayuda para dejarlo?
Si sientes que el alcohol está afectando tu vida y no sabes cómo parar, es importante buscar apoyo. Hay diferentes recursos a los que puedes acudir para recibir la ayuda que necesitas. Los grupos de apoyo, como Alcohólicos Anónimos, han demostrado ser una de las herramientas más efectivas para superar la adicción. Compartir experiencias con personas que atraviesan el mismo proceso puede hacer que el camino sea más llevadero.
También puedes acudir a un terapeuta especializado en adicciones, quien te ayudará a comprender qué te lleva a beber y a desarrollar estrategias para superarlo. En algunos casos, los tratamientos médicos pueden ser necesarios, especialmente si la dependencia física es severa.
El apoyo de amigos y familiares también es clave en el proceso. Hablar con alguien de confianza sobre lo que estás viviendo puede ser un primer paso para buscar ayuda profesional. Dejar el alcohol no es fácil, pero con el apoyo adecuado, es totalmente posible.
Debemos proteger a la juventud
El alcoholismo es un problema que no se puede ignorar. La sociedad ha normalizado el consumo excesivo de alcohol, sobre todo entre los jóvenes, que muchas veces ni siquiera son conscientes del daño que se están haciendo. Beber se ha convertido en una actividad social casi obligatoria, pero pocas veces nos detenemos a pensar en las consecuencias a largo plazo.
Es responsabilidad de todos generar conciencia sobre este problema y proteger a quienes son más vulnerables, especialmente a los jóvenes. Evitar que el alcohol se convierta en el centro de toda actividad social y educar sobre sus riesgos es fundamental para construir una sociedad más saludable. Porque al final, nadie debería tener que enfrentarse a una adicción solo por seguir la corriente y encajar.