Las personas demasiado competitivas, autoexigentes, obsesionadas con el trabajo, sin más motivación que la de triunfar laboralmente, suelen, por norma general, presentar elevados niveles de estrés, una afección tan común como peligrosa y que podría derivar en trastornos mentales más o menos graves, e incluso la muerte, ya que las personas estresadas tienen más riesgo de sufrir un infarto.
El estrés es una respuesta a situaciones límite, percibida como una amenaza y en la que entran en juego numerosos mecanismos de defensa para enfrentarse a ella. Podría decirse que es una especie de desafío ante el que el organismo sólo puede reaccionar de dos formas posibles, como si de un peligro real se tratase: o bien luchando, o bien huyendo. Aunque también podría darse una tercera alternativa, ya que ante situaciones estresantes, muchas personas, simplemente se paralizan.
Supongamos una situación de peligro real, por ejemplo, que nos persigue un individuo con el fin de hacernos daño. Ante este hecho, sólo podríamos hacer dos cosas, o pelear o salir pitando. Pero también podría pasar que el miedo nos paralizase. Esta es una respuesta habitual en el reino animal. Las cabras, las gallinas, la zarigüeya… se paralizan cuando están asustadas.
Mi marido siempre ha sido un adicto al trabajo. Ya cuando éramos novios y estaba estudiando en la universidad, se obsesionaba con ser el mejor, y se frustraba cuando no lo era. Y ahora, aunque ha conseguido triunfar profesionalmente, no consigue disfrutar de su éxito, y se exige cada día más. Apenas lo veo, y con los niños casi no habla, es como si no tuvieran padre. Jamás se coge unas vacaciones e incluso los domingos se lleva el trabajo a casa. Comer, come poco y mal, y si duerme 5 horas diarias ya es mucho. La de veces que he pensado en poner fin a este matrimonio de pacotilla…
El caso es que hace un mes, Alfredo, que así se llama mi esposo, sufrió un infarto, y a punto estuvo de morir. El médico dice que no se explica cómo no le ha pasado antes, y de hecho asegura, que de no relajarse, el siguiente no tardará en llegar, y podría ser mortal. Así que le he obligado a cogerse unos meses de vacaciones, y aunque a regañadientes, finalmente cedió. De entrada, la semana pasada nos fuimos toda la familia al Cortijo el Sapillo, un lugar encantador ubicado en Nerpio, provincia de Albacete, un pueblo integrado armoniosamente con la naturaleza, y sus calles, que a menudo desembocan en huertos, bosques o a la orilla del río. Su parque natural, abriga un conjunto de Pinturas Rupestres declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y supone el 70% de las Pinturas Rupestres de Castilla-La Mancha. Puedo garantizar que no existe mejor lugar para desestresarse.
Los peligros del estrés y cómo manejarlo
No, no es ninguna broma, una situación de estrés continuada, puede desembocar en una muerte prematura. Según la comunidad científica, existe un elevado riesgo de sufrir un infarto tras un episodio importante de ansiedad. Y es que las emociones, pueden jugarnos una mala pasada si no aprendemos a manejarlas. En este sentido, el individuo es el único responsable del control de sus emociones, que dependerá de su capacidad para gestionarlas y ofrecer una respuesta racional ante las mismas. Adaptarse a las situaciones adversas, saber dominarlas sin derrumbarse y lograr superarlas, es la única forma de controlar el estrés.
Según los y las profesionales de la psicología y la psiquiatría, las personas Alfa, serían las más propensas a padecer enfermedades cardiovasculares, ya que son individuos con una personalidad fuerte y competitiva, autoexigentes en extremo y con una tolerancia a la frustración muy reducida, que no suelen conformarse con una negativa y siempre quieren más. En casos así, el estrés se convierte en un modo de vida muy peligroso.
Podrás reconocer a una persona Alfa porque siempre va a mil, no conoce la paciencia ni el descanso, se irrita con facilidad y le cuesta expresar sus emociones. A menudo intentan dominar al resto, incluso haciendo uso de técnicas de manipulación. Muchas veces suelen mostrarse duras, frías y desinteresadas por cualquier interacción social, a no ser las que exige el entorno laboral.