La explosión de las redes sociales a principio de década tenía como objetivo cambiar la manera en la que el flujo de información se distribuye. Este flujo se ha distribuido a través de los medios de comunicación clásicos, que todavía siguen teniendo un papel importantísimo en la sociedad en la que vivimos. Pero sin duda una gran parte de este flujo de la información ha cambiado de manos, hasta el punto de que los medios de comunicación utilizan las redes sociales de manera profesionalizada y continua para seguir difundiendo las noticias.
Parece que las redes sociales han cumplido su objetivo, pero si vamos más allá nos damos cuenta de que hay un aspecto en el que las redes sociales han influido, sobre todo en la generaciones más jóvenes o en los núcleos de población más susceptibles. Y este aspecto que mencionamos es en la difusión de tendencias, modas y modelos de belleza que están alejados de la realidad.
Un punto de las redes sociales muy criticado es el anonimato de los perfiles que se dedican a ser “haters”. Este término inglés hace referencia a los perfiles que sin ningún fundamento y sin ninguna intención de hacer una crítica constructiva, van en contra de los creadores de contenido o otros perfiles en general.
Esto es algo que ha pasado siempre, en los institutos y colegios se denomina Bulling o acoso. Estas situaciones no son fáciles de tratar, pero el anonimato puede investigarse de manera más exhaustiva que en la red, ya que encontrar a la persona que difunde rumores falsos o se ríe de las características físicas o psicológicas de una persona puede ser más sencillo que descubrir quien está detrás de un perfil de twitter o Instagram.
Hemos mencionado un tema que es muy importante, y sobre el que va a girar el artículo de hoy, el acoso sobre personas con defectos físicos, sobre los que pesa una gran carga psicológica dentro de las mismas. Existe un tema para esta situación, dismorfofobia, un término sobre el que vamos a hablar y a mostrar algunas de las soluciones.
Qué es la dismorfofobia y cómo se puede solucionar
El término dismorfofobia aparece por primera vez en las historias de Herodotus para referirse al mito de la joven más fea de Esparta y procede, según Philippopoulos, de “dysmorfia”, palabra griega que alude a la fealdad específica del rostro. En las últimas décadas esta preocupación por la imagen ha aumentado enormemente, condicionando un aumento en la demanda de tratamientos médicoquirúrgicos dirigidos a modificar aspectos de nuestro cuerpo (cirugía estética, liposucción, cirugía bariátrica, implantes, etc).
La dismorfofobia o trastorno dismórfico corporal (TDC) es una patología psiquiátrica que se define como una preocupación persistente y excesiva por un defecto físico leve o imaginario. El rango de la población afectado puede parecer que no es muy alto, entre 0,7 y 1,2% de la población general. Pero la realidad es que esta patología se infradiagnostíca, ya que existen prevalencias del 12% en algunas consultas de dermatolotía, del 7-15% en consultas de cirugía estética y del 13% en unidades de psiquiatría.
Los síntomas del TDC pueden parecer superfluos, pero es palmario que una alta proporción de los pacientes requieren ingreso hospitaliario por este síndrome. Las causas son las situaciones de aislamiento social, académicos, laborales, familiares y personales, entre otros, que pueden llevar incluso al intento de suicidio.
Se observa, por otra parte, una elevada comorbilidad con otros trastornos psiquiátricos como los trastornos depresivos, trastornos de ansiedad, fobia social, algunos trastornos de personalidad, el trastorno obsesivo-compulsivo, trastornos por abuso de sustancias… El tratamiento suele plantear problemas por la escasa conciencia de enfermedad y adherencia terapéutica, siendo necesario un abordaje complejo y multidisciplinar en el que el psiquiatra y el psicólogo adquieren un papel muy relevante.
Pero hay casos en los que para superar la dismorfofobia hay que acudir al cirujano plástico, precisamente porque la situación puede mejorarse con la cirugía. En este sentido Artestética es una clínica de cirugía estética en la que la profesionalidad de los médicos y el equipo que la conforma, junto con la utilización de la última tecnología, hacen que se consigan los objetivos de los clientes.