Si alguna vez has opositado sabrás de lo que estamos hablando. Si lo vas a hacer alguna vez en tu vida, tendrás que saber esto. Y es que lo de opositar no es nada fácil. Es como si fuera un trabajo para buscar trabajo. Son muchas horas de estudio, de sacrificio, de dejar de tener horas de ocios, de salir con los amigos, de estar con la familia para solo estudiar. Por eso, son muchas las personas que necesitan prepararse sicológicamente. Y más aún, si después de todo esto, no logras la plaza.
Y es que opositar es lanzar una moneda al aire. Nunca sabes si podrás conseguir la plaza, ahora bien, el sacrificio y el esfuerzo será. Son muchas las personas que durante años han intentado opositar y no logran. Dicen que en esta vida cuando luchas por un sueño, lo acabas consiguiendo. Yo añadiría que si es conseguir ganar una oposición, quizás no lo logres. Y es que como dicen en esta carta, el opositor es todo un valiente.
Sin embargo, la carrera de opositor es larga y en ella te irán apareciendo unas series de dudas y temores a los que tendrás que hacer frente. Esto es algo que nos cuentan desde Preparadores Valladolid, un centro donde te ayudan a preparar tu oposición desde el punto de vista de material, pero donde también te ayudan a no perder la esperanza. Y es que todos somos conscientes de que en esta carrera, no todo el mundo logra llegar a la línea de meta.
Según comentan los expertos, cuando estudias una oposición vas pasando por diferentes fases de mentalidad. La primera, claro está, es la de “comerse el mundo”. Piensas que tú estás capacitado para sacar una oposición. Es la fase de la ilusión porque eres consciente de que si lo logras vas a tener un trabajo para toda tu vida. Es el momento de decirte frase del tipo “voy a conseguirlo”, “voy a demostrar que valgo para esto”, “voy a hacer el esfuerzo y luego ya podré disfrutar”. Además te queda la satisfacción de saber que todo el mundo que te rodea va a estar muy orgulloso de ti.
Los días pasan
Pero van pasando los días. La convocatoria no sale. Y más aún si pasa como en estos tiempos cuando por culpa del coronavirus se han aplazado todas. Estudias varias horas al día, acudes a la academia para prepararla, pero el reloj sigue contando. De repente un día te das cuenta de que no has podido ir a esa fiesta con los amigos porque tenías que estudiar. O que no has podido irte de vacaciones con la familia porque tenías que darle a los codos. En ese momento, el coco comienza a hacerse otras preguntas. ¿Qué es lo que realmente me motiva?, ¿qué está debajo de toda esa cantidad de energía que voy emplear en esto?, ¿lo hago por mi o lo hago por la imagen que quiero dar para que me valoren? ¿estoy haciendo bien o perdiendo mi juventud?
Y peor aún, como la convocatoria no llega, tus ingresos van mermando. Y justo en ese momento, es cuando te llaman de un trabajo. ¿Qué haces? Lo dejas todo y te pones a trabajar. O te lo juegas todo a la oposición y rechazas el trabajo. En esto está claro que tienes que hacer una balanza y comprobar cómo es la situación. Si te viene mejor pillar ese trabajo o seguir apostando por la oposición. También es posible compaginar las dos cosas, pero tienes que tener en cuenta de que será muy duro. Y recuerda que los días solo tienen 24 horas. La presión del no poder fallar la tienes en tu cuerpo y en tu mente.
Llega el examen
De repente un día te llega el mensaje de que la convocatoria ya está publicada. Ya tienes día y hora. Ahora es el momento de respirar fuerte y luchar por lo que tanto tiempo llevas buscando. Ahora bien, sicológicamente tienes que estar preparado para unos días que serán muy duros. Vas a notar que te cuesta dormir por la noche, que no eres capaz de desconectar y cuando te duermes duermas notas que no descansas.
Y llegó el día del examen. Y en este caso, solo puedo decirte una cosa: mucha suerte.
Estas situaciones seguro que ha pasado a todas las personas que han opositado. Si te sientes identificado de alguna manera, lo que te recomendamos es que si puedes, consultes a expertos de la materia, porque ellos serán los que te aconsejen en tu caso. Ahora bien, fuerza y paciencia.