La decoración de cualquier cada habla sobre los que viven en ella. Nuestra percepción de la vida se traslada de forma ineludible al lugar donde vivimos. De hecho, nuestro estado de ánimo puede influir notoriamente a la hora de elegir los colores principales de una estancia. Está demostrado que si estamos decaídos optaremos más por seleccionar colores tierra y grises e incluso por colores demasiado oscuros y, como el orden de factores no altera el producto, la teoría dice que si estamos decaídos debemos impregnarnos de colores vivos y positivos que nos llenen de alegría.
En 2009, la psicóloga Ann Devlin publicó un estudio en la revista Journal Of Envirommental Psychology en el que enseñó a 227 estudiantes fotos de la consulta de un terapeuta decorada de modo sobrio y funcional, tomadas desde la silla del hipotético paciente. Como era de esperar, las imágenes tenían truco, y de hecho se les mostraron varias escenas diferentes en ninguna de las cuales aparecía el psicólogo. Luego se les hizo la pregunta del millón: ¿Qué concepto tienes sobre el psicólogo que habían “visitado” en las imágenes?”. El resultado fue que para los estudiantes no tenía la menor importancia el resto de decoración de la estancia, sólo los diplomas que colgaban de las paredes en algunas de las fotografías.
Colores estresantes y colores relajantes
Del mismo modo, otros estudios han demostrado que ciertos colores provocan nerviosismo, o estrés, o que una decoración vintage evoca elegancia mientras que una decoración más moderna o futurista tiende a provocar frialdad en los invitados que se harán una mala imagen sobre tu persona en este sentido. Por eso, el mobiliario también es una forma de expresar nuestra personalidad.
Cuando una persona deprimida decide redecorar su hogar tiende a buscar el estilo sobrio de la decoración que, en esos momentos, confunde con elegancia cuando no tiene nada que ver una cosa con la otra. Por eso, nuestra teoría es que si te sientes mal y tienes posibilidades de hacerlo, debes cambiar la decoración de tu hogar pero no en base a tus gustos temporales que son los que mueven tu inconsciencia en ese momento, sino basándote en lo que los teóricos dicen que es alegre, jovial y tranquilo.
Puede optar por los colores verdes que aportan calma y tranquilidad o por algunos amarillos en pastel que den algo de alegría a la estancia pero huye de los colores oscuros y del rojo, que es demasiado excitante. En caso de que no puedas optar por un tono claro en las paredes, escoge un bonito color que no sea demasiado chillón y luego combina ese color con muebles blancos que aporten el equilibrio que la estancia necesita. En Dismobel encontrarás todo lo necesario para redecorar cualquier habitación de tu hogar a un precio muy ajustado.
También debes tener una cosa muy en cuenta: no busques complacer a nadie. Generalmente solemos redecorar la casa y enseñarla con ilusión a amigos y familiares, pero no nos quedamos verdaderamente tranquilos hasta que ellos no nos dicen lo bonita que nos ha quedado. Eso es un error porque es a ti a quien ha de gustarte y no a los demás. La impresión que demos los demás puede ser muy importante, no lo discuto, pero al fin y al cabo, ellos estarán en tu casa durante unas horas, de visita, y serás tú el que tendrá que pasar la mayor parte de tu tiempo dentro de esas paredes así que sé fiel a ti mismo y olvida un poco las opiniones de terceras personas porque si acabas escogiendo algo que no termina de gustarte sólo en base a la opinión de un amigo y/o familiar, tardarás muy poco tiempo en arrepentirte y dependiendo de cuál sea la mala elección que has hecho tendrá fácil solución o no. No es lo mismo cambiar el color de una pared que un sofá, por ejemplo. No dudes de ti, duda del estado en el que te encuentres y anímate.