Abril, mayo y junio son los meses en los que se celebran las primeras comuniones. Un desembolso importante para las familias que organizan estos eventos. Una tendencia que ha cogido fuerza para ahorrarnos algo de dinero y celebrar una comunión diferente es sustituir los clásicos banquetes en un restaurante por un cáterin especial. Te comentamos esta propuesta.
La primera comunión es una fiesta especial para los niños que las protagonizan. Aunque tiene un indudable contenido religioso, los niños que las celebran son el eje central de la actividad. Se visten con bonitos trajes y vestidos de ceremonia, reciben regalos y comparten esta jornada tan especial con sus amigos, primos y hermanos.
Una oportunidad para reunir a toda la familia. Cosa, que en los tiempos que corren, cada vez es más complicado. Por esta razón, para los padres, la primera comunión también es una celebración especial.
Ahora bien, no hay que olvidar que es un evento costoso. Entre comprar el traje al niño o el vestido a la niña, contratar el salón de banquetes, contratar al fotógrafo, imprimir las invitaciones y organizar la bienvenida o la sobremesa en la casa de los anfitriones, el coste medio de una comunión en España ronda los 2.000 €.
Por esta razón, no es extraño que los padres busquen soluciones con las que ahorrarse algo de dinero. Sustituir la comida en el salón de banquetes por un catering al aire libre puede ahorrarnos entre un 25 y 50% el precio del cubierto.
Los gerentes de La Frolita, una empresa de catering de Madrid que lleva más de 15 años sirviendo comidas en celebraciones familiares y de empresa, cuentan que cada vez más familias se inclinan por contratar un servicio de catering para comuniones. Servicio que suele estar compuesto por cocteles variados que incluyen entremeses, aperitivos, postres y uno o dos platos principales.
Una alternativa interesante que no desmerece el empaque de tal ilustre celebración.
Una tradición con historia.
La eucaristía y, por tanto, la toma de la comunión, la forma consagrada que simboliza el cuerpo de Cristo, está presente en las liturgias desde el comienzo del cristianismo. Si bien nos dice la web religiosa Fet a Sant Feliu que la primera comunión, tal y como la conocemos en la actualidad, no se instaura hasta el siglo XVII.
En los orígenes del cristianismo, el bautizo, la primera comunión y la confirmación se celebraba en la misma ceremonia. Los sacramentos No estaban disgregados. Tampoco había una edad determinada para tomar la primera comunión y bautizarse. Lo mismo se practicaba con chicos jóvenes que con adultos.
Durante la edad media, los niños no eran relevantes a efectos religiosos. Por tanto, no se le daba importancia a la primera comunión. En cambio, sí se instauró el bautismo en los recién nacidos, debido al alto índice de mortalidad infantil que había en la época.
El bautismo, en la edad media, se realiza para salvar a los niños del pecado original y para que todos aquellos infantes que fallecieran pudieran ir al cielo.
Es en el siglo XVII cuando se celebran las primeras comuniones durante el tiempo pascual. Los meses que siguen a la Semana Santa. En este siglo, la primera comunión se realiza con niños de entre 12 y 13 años. Simboliza el paso de la niñez a la adolescencia y es objeto de regocijo y fiesta familiar.
Es en este siglo cuando se instaura que los niños que van a tomar la comunión deben pasar por un cursillo de catequesis, impartido directamente por la iglesia, donde se enseñan las oraciones y los preceptos cristianos contenidos en un documento llamado catequismo. Forma parte de la labor evangelizadora de la iglesia católica.
En el siglo XVIII, el Estatuto Sinodal de París propone adelantar la primera comunión a los niños de 7 años. Coincide con que esta es la edad en la que la mayoría de los niños se incorporan a la actividad productiva trabajando como ayudantes o aprendices en tareas agrarias y manufacturas.
Sin embargo, la recomendación francesa no tiene gran repercusión en el conjunto de la cristiandad, que continúa introduciendo a los jóvenes en la iglesia, con plena conciencia, a la edad de los 12 años.
No es hasta el siglo XX que se decide generalizar la toma de la primera comunión a la edad de 7 u 8 años.
Qué comer en la primera comunión.
Los padres tendemos a equiparar las comidas de primera comunión a los banquetes de boda. Un festín por todo lo alto. Pero lo cierto es que son dos celebraciones diferentes y la comida no tiene por qué ser la misma.
Si bien, los padres estamos ilusionados con la comunión de nuestros hijos, no debemos olvidarnos que los protagonistas son ellos y, por tanto, la selección de la comida habría que hacerla teniendo en cuenta a los niños.
Las primeras comuniones son celebraciones menos multitudinarias que las bodas. Por lo general, asisten los hermanos de los padres, con toda su familia, los abuelos paternos y maternos, algunos amigos cercanos de los padres y los amiguitos de los niños.
Varios chefs que hemos consultado nos dicen que para celebrar una comunión vistosa bastaría con ofrecer a los invitados una comida popular, social y de calidad como podría ser una paella, un asado de cordero o una caldereta de pescado y marisco.
Son ideas que recuperan el espíritu familiar y colectivo de las comuniones. Reunir a toda la familia para celebrar que nuestro hijo ha dejado de ser pequeño y que se aproxima a la preadolescencia.
El aspecto festivo debería ser lo que predominara en el evento. Por consiguiente, no debería faltar en ningún momento los aperitivos y las bebidas, de todo tipo, para los presentes.
La tarta es un punto álgido de la comida. Es el postre por antonomasia de los grandes acontecimientos. Un dulce que gusta a los niños y que refleja que el carácter especial del evento.
Por tanto, por lo que estamos viendo, no hace falta hacer un gran despliegue de medios para que la comunión sea un éxito.
Después de todo, lo importante es que los invitados se lo pasen bien y que se celebre una bonita reunión familiar que permanezca en el recuerdo del niño y de la gente que le quiere.
A menudo los padres le damos demasiada importancia al menú del banquete y desatendemos aspectos relevantes como las actividades complementarias durante la fiesta, el lugar de la celebración o acondicionar un espacio donde los niños puedan jugar.
Está claro que los padres queremos ejercer de estupendos anfitriones, pero debemos quitarnos de la cabeza la idea de que una primera comunión es una boda en miniatura.
Donde celebrarla
El blog Mami tiene un plan hace una comparativa entre un banquete celebrado en un restaurante y otro realizado al aire libre con catering. Ambos tienen sus pros y sus contras. La decisión en última instancia está en manos de la familia.
Celebrar la comida en un salón de banquetes resulta cómodo para los padres. No tienen que preocuparse de nada, el salón se encarga de todo. Son establecimientos especializados en estas celebraciones y conocen los platos que más gustan a los comensales.
Debemos tener en cuenta que muchos de estos salones están especializados en bodas, y menos en comuniones, aunque ofrezcan este servicio. Esto se debe a que las bodas suelen dejar más dinero. Por esta razón, puede ser que el lugar escogido carezca de zona de juego para los niños, lo que hará que se aburran un poco en un evento que es tan especial para ellos.
El salón tampoco se preocupará de organizar actividades especiales, como puede ser contratar un espectáculo de magia, que puede hacer las delicias de los más pequeños o de organizar juegos para los niños asistentes. De esta tarea deben preocuparse los padres.
Las celebraciones de primera comunión al aire libre ofrecen una mayor libertad para que los padres las organicen a su gusto. Las primeras comuniones se celebran en primavera, una época en la que ya disponemos de buen tiempo y donde podemos organizar una fiesta con la familia en una zona con jardines o en un espacio natural, donde los niños puedan correr y jugar a sus anchas.
De la comida se puede encargar una empresa de cáterin, lo que nos saldrá más económico que el restaurante.
Desde luego una celebración de este tipo implica más trabajo para la familia, pero la oportunidad lo merece. No estamos organizando primeras comuniones todos los años.
Como sucede con tantas otras cosas de la vida, lo que no se cubre con dinero, debemos suplirlo con trabajo.
En comuniones de este tipo podemos contratar animadores, alquilar atracciones como castillos hinchables, celebrar actividades donde participen los niños y los adultos, etc. Todo ello, sin las restricciones que nos podemos encontrar en un salón de banquetes.
Lo importante de las primeras comuniones es que sean divertidas y entrañables para todo el mundo. Algo en lo que debemos pensar los padres, que vamos a ser los organizadores. Entre las diferentes opciones que tenemos, la de contratar un cáterin es una alternativa interesante.










